Construyendo Suelos más Saludables y un Planeta más Sano

Solo suelos más sanos podrán cumplir la tarea hercúlea de producir los alimentos que nuestro planeta requiere tanto ahora como en el futuro.

En esta contribución de invitado, el Dr. J. Scott Angle, Presidente y Director General del IFDC (Centro Internacional para el Desarrollo de Fertilizantes), discute cómo el enfoque agroecológico del Manejo Integrado de la Fertilidad del Suelo puede construir suelos más sanos y un planeta más saludable. Esta es la tercera entrega de la serie “Agroecología en Acción” de Farming First, producida antes del Segundo Simposio Internacional sobre Agroecología celebrado por la FAO en Roma del 3 al 5 de Abril 2018.

A finales de los años ochenta, la calidad del agua y la vida acuática de la bahía de Chesapeake estaban bajo amenaza. A medida que la actividad humana y la agricultura en la región habían aumentado, también lo había hecho su impacto en el medio ambiente local.

Fue entonces cuando un grupo de científicos, incluido yo mismo, fundamos el Centro de Agroecología de Maryland. Nuestra misión entonces es cómo yo definiría la agroecología ahora; creando una hoja de ruta para ayudar a los agricultores a ser productivos, a la vez que reducen su impacto sobre el medio ambiente.

En el caso de la Bahía Chesapeake, esto se basó en gran medida en alentar a los agricultores a aplicar únicamente nutrientes de la fuente correcta, en el lugar correcto, en el momento correcto y la dosis correcta (conocido como las 4Rs de la custodia de los nutrientes). Esto resulta en un menor costo para el agricultor, menos escorrentía hacia el medio ambiente, y también permite que la planta utilice los nutrientes que se aplican de manera más efectiva. La siembra de cultivos de cobertura para absorber los nutrientes antes de que lleguen a la bahía también ha contribuido en gran medida a resolver este desafío.

Complaciendo al Mago y al Profeta

La agroecología busca fusionar dos visiones de la agricultura: una que busca cultivar la cantidad y calidad adecuada de alimentos, con una que protege los recursos naturales. Estas dos visiones pueden y deben equilibrarse para crear enfoques que puedan cumplir con ambos objetivos.

En el exitoso libro de Charles C. Mann “El Mago y el Profeta”, él personifica estos dos enfoques como los científicos Norman Borlaug, aclamado como el hombre que salvó mil millones de vidas a través de su variedad de trigo de alto rendimiento, y William Vogt, el antepasado intelectual del movimiento ambientalista, que fue ferozmente cauteloso de no usar más de lo que el medio ambiente tenia para dar.

Aunque el libro no pudo conciliar las perspectivas de estos dos hombres, no solo es posible, sino esencial que nosotros, como comunidad global, lo logremos. Necesitamos producir más alimentos para nuestra creciente población, ese es un hecho indiscutible. Tendremos diez mil millones de personas en el planeta para el 2050, pero no habrá tierra o agua adicional. Por lo tanto, es tarea de la agricultura el aprovechar los enfoques de la comunidad ambiental, como la agricultura orgánica o de conservación, que pueden integrarse en la agricultura más tradicional.

Manejo Integrado de la Fertilidad del Suelo: cuando el orgánico se encuentra con el mineral

Un gran ejemplo de esto es el Manejo Integrado de la Fertilidad del Suelo (MIFS), que se basa en la aplicación tanto de fertilizantes orgánicos como minerales para lograr una salud óptima del suelo. Mejorar la salud del suelo para que pueda realizar funciones naturales como la captura de carbono y la retención de agua es un fundamento de la agroecología. El fertilizante orgánico es increíblemente importante, ya que es una fuente natural de nutrientes y materia orgánica. Desafortunadamente, no hay lo suficiente. Para tener suficiente estiércol para producir suficientes alimentos para la creciente población, necesitaríamos una gran cantidad de animales en el planeta, que tienen su propio impacto en el medio ambiente. Por lo tanto, se debe alentar a los agricultores a utilizar toda la materia orgánica que puedan y luego complementarla con fertilizantes minerales. O sea, el Manejo Integrado de la Fertilidad del Suelo.

El fertilizante mineral puede ser más preciso en dirigir los nutrientes a la planta. Se pueden producir mezclas a medida que aborden las deficiencias exactas del suelo en la región. Se pueden recubrir para garantizar que el nutriente se libera lentamente con el tiempo, de manera que la planta lo absorba de manera efectiva. Pueden compactarse en briquetas y colocarse cerca de las raíces, lo que también mejora su eficiencia.

El fertilizante es, de hecho, responsable por el 50 por ciento de los alimentos producidos en todo el mundo. En regiones como África, donde se estima que hasta el 60% de los suelos están degradados, es posible duplicar, si no triplicar o cuadriplicar, los rendimientos a través del uso sensato del fertilizante adecuado.

Pero no es solo el cultivo que se puede cosechar y comer o vender que se beneficia. Los cultivos que se han nutrido adecuadamente también tienen un sistema de raíces mucho más grande. Estas están hechas de dióxido de carbono que la planta sacó de la atmósfera y luego se incorporan al suelo como materia orgánica. Se puede argumentar, por lo tanto, que el uso adecuado del fertilizante puede convertirse en una solución al problema del exceso de gases de efecto invernadero, ya que nos ayuda a capturar el carbono de la atmósfera y contenerlo en el suelo. Cuando el suelo tiene más materia orgánica, tiene una mayor capacidad de retención de agua, puede almacenar más micronutrientes y suprimir enfermedades, pero crucialmente puede retener el carbono en el suelo durante decenas de miles de años que de otro modo existirían en la atmósfera y contribuiría al cambio climático.

Es muy importante administrar la aplicación de estos productos de manera adecuada. Sería muy difícil eliminarlos por completo, porque tenemos que cultivar los alimentos que necesitamos. En su lugar, el objetivo debería ser utilizarlos de una manera que maximice su eficiencia, lo que promueve el MIFS.

Otras estrategias del MIFS incluyen la rotación de cultivos, la introducción de leguminosas y sistemas de integración de agricultura y ganadería. Para el Sr. Sunday Ojo, quien se ha beneficiado de nuestro proyecto 2Scale en Nigeria, el uso de MIFS ha liberado crédito muy necesario para expandir su negocio agrícola. Obtuvo acceso a semillas híbridas de tomate, y recibió instrucción sobre buenas prácticas agronómicas, como el cultivo de tomates en espalderas para evitar la pudrición. Gracias a una combinación de los fertilizantes aplicados en las cantidades correctas, en el momento y el lugar adecuados, Sunday Ojo pudo cuadruplicar sus rendimientos, una hazaña antes impensable.

Los suelos fértiles y productivos son componentes vitales de las sociedades estables, y las estrategias del MIFS las protegen. Como dice un antiguo texto en Sánscrito, “De este puñado de tierra depende nuestra supervivencia. Cuídala, y crecerá nuestra comida, nuestro combustible y nuestro refugio y nos rodeará de belleza. Abúsala y la tierra colapsará y morirá, llevándose a la humanidad con ella”. Nuestra dependencia del suelo es tan fuerte hoy como lo era entonces, y tenemos que adoptar prácticas agroecológicas que nos ayuden a protegerlo para las generaciones futuras que también dependerán de él.

Fuente: Croplife